Hace más de 40 años que falleció, sin embargo, sigue vivo en la mente de todo aquel que le vio correr. Hoy en #123acorrer Steve Prefontaine un atleta diferente, un artista de la carrera. Él no corría para obtener premios y reconocimiento si no por la ilusión de competir y batir a sus rivales.

“Mucha gente corre para ver quién es el más rápido, yo lo hago para ver quién tiene más agallas” Y efectivamente, Prefontaine corría sin táctica alguna, su objetivo era romper el ritmo de los demás competidores, sin importar que este brutal ritmo le pasará factura.

Gracias a esta fortaleza física y mental, Prefontaine fue capaz de batir un total de 15 récords nacionales. En EE.UU, no existía rival en las disciplinas comprendidas entre los 2.000 y los 10.000 metros.

Siempre tuvo imagen de rebelde en la opinión pública. Pelo largo rubio y bigote imponente, fue un símbolo para los jóvenes americanos en los años 70. Fue entrenado por una de las leyendas del running popular, Bill Bowerman lo que dotó a este atleta aún un carisma superior.

Desgraciadamente, sólo pudo competir en unos JJ.OO, fue en Munich en 1972 donde logró una meritoria cuarta posición con tan sólo 21 años. Cuándo todas las quinielas le daban como favorito al triunfo en Montreal 1976, un final trágico le alejo de la gloria.

El 25 de mayo de 1975 fue hallado muerto en un accidente de tráfico que tras la autopsia reveló que duplicaba la tasa de alcohol permitida. Tal vez por su prematura muerte, la figura de Steve Prefontaine se hizo aún más grande, convirtiéndose en una leyenda mundial.