Según una reciente encuesta realizada por el diario “El Confidencial”, el segundo mejor recuerdo deportivo que los españoles tienen, después del gol de Iniesta en el Mundial de fútbol, es el oro que Fermín Cacho consiguió en la prueba de 1500 metros de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Aquella recta final en la que Fermín se encamina a la meta, lejos ya de Chesire, con los brazos levantados y empujado por 65.000 voces enardecidas, significó el momento más importante en la historia del atletismo español.
Fue un 8 de agosto, pasadas las 8 de la tarde, el momento en el que un joven soriano procedente de un pequeño pueblo llamado Ágreda, hacía historia con tan sólo 23 años pero con una fe inquebrantable en sí mismo.
Considerado por la IAAF en 1999 como “el mejor atleta europeo de la historia”, aún posee el récord de España en la distancia, con unos estratosféricos 3:28.95 conseguidos hace casi 20 años en Zurich. Hasta hace poco tiempo dicha marca fue también el récord de Europa.
De origen humilde, y con una infancia feliz ayudando en las tareas agrícolas familiares, pronto se trasladó a Soria, donde Enrique Pascual empezó a explotar las facultades que había demostrado en la media distancia durante diferentes campeonatos escolares.
Gracias a su tenacidad, constancia y talento pronto comenzó a ver resultados: medallista europeo y mundial, consiguió también otra medalla olímpica en Atlanta 96, esta vez de plata, valorada igual o más que la dorada de Barcelona, según sus propias palabras.
Casado y con cuatro hijos, fijó su residencia en Andújar, y aún sigue vinculado al deporte mediante el asesoramiento a diversos atletas de élite o como embajador de ciertas marcas deportivas.
Desde #123acorrer rendimos este homenaje a un atleta que nos hizo soñar…